El paraíso caribeño atraviesa uno de sus momentos más difíciles. Con una ocupación hotelera que apenas alcanza el 40%, el destino turístico enfrenta la peor temporada de los últimos diez años, una situación que tiene en alerta a autoridades y empresarios del sector.
El principal detonante de esta crisis es la presencia masiva de sargazo que ha afectado gravemente la imagen de las playas, sumado a la reducción drástica de vuelos al Aeropuerto Internacional Felipe Carrillo Puerto, donde varias aerolíneas han cancelado rutas por su baja rentabilidad.
La situación se refleja no solo en los hoteles casi vacíos, sino también en la vida cotidiana del destino: calles y zonas comerciales con apenas 15% de actividad, restaurantes con escasos comensales y un ambiente de calma que, lejos de ser relajante, preocupa a quienes dependen del turismo.
“Estamos viviendo una temporada atípica. Antes, incluso en octubre, había más movimiento; ahora muchos negocios están cerrando antes de tiempo o reduciendo personal”, comentó un empresario hotelero de la zona.
Ante esta caída sin precedentes, las autoridades locales buscan implementar medidas emergentes, como la organización de eventos culturales y ecológicos que atraigan visitantes, además de reforzar las estrategias de promoción turística nacional e internacional.
Sin embargo, el panorama sigue siendo incierto. El sargazo continúa afectando las playas, la sobreoferta de alojamientos presiona los precios y los costos elevados desalientan al turismo nacional. A ello se suman cambios en la percepción del destino, donde algunos visitantes señalan falta de servicios y aumento de la inseguridad.
De no revertirse pronto esta tendencia, la economía local podría enfrentar una crisis más profunda, afectando a miles de familias que dependen directamente del turismo.
Tulum, que alguna vez fue símbolo de lujo y naturaleza, hoy busca reencontrar su equilibrio entre la sostenibilidad ambiental y la recuperación económica.
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