Brasil a 23 de octubre, 2025.- En una declaración que sacudió la política brasileña, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva anunció desde Yakarta que aspira a volver a postularse en las elecciones de octubre de 2026, buscando un cuarto mandato al frente de Brasil. A sus casi 80 años, aseguró que se siente “con la misma energía que cuando tenía 30”, y expresó que su mandato actual termina a finales de 2026 pero que está preparado para “disputar otras elecciones”.
El anuncio, que se dio durante una gira por el sudeste asiático donde reforzó lazos bilaterales con Indonesia y Malasia, representa un giro en la estrategia del líder del Partido de los Trabajadores (PT), que hasta hace poco parecía encaminado al retiro. Según medios, Lula ya había anticipado su posible candidatura, pero nunca había sido tan claro como ahora.
Esta decisión llega en un contexto altamente polarizado: el expresidente Jair Bolsonaro, su principal rival, está inhabilitado para contender y enfrenta una condena por intento de golpe de Estado. Por otro lado, Lula enfrenta cuestionamientos sobre su edad y capacidad para gobernar otros cuatro años, en medio de retos económicos, ambientales y diplomáticos que no se han apagado.
En el plano internacional, Lula aprovechó su visita para enfatizar la apertura al libre comercio, el multilateralismo y los acuerdos con Asia, mientras Brasil refuerza su protagonismo en foros como los BRICS. También dejó claro que Brasil e Indonesia colaborarán en áreas clave como energía, minería, tecnología y transición ecológica.
Ahora el escenario electoral se vuelve un poco más claro: si Lula efectivamente es candidato, Brasil podría tener por primera vez en su historia un presidente elegido cuatro veces por el voto popular. Pero falta despejar varias preguntas: ¿quién será su rival real? ¿Cómo responderá la economía ante los retos pendientes? ¿Logrará convencer a un electorado que valora renovación? Tal vez lo más inmediato es que el PT apunte nuevamente hacia Lula como figura central, lo que abre interrogantes sobre los sucesores internos.
En resumen: Brasil se prepara para una carrera que ya tiene nombre y rostro. Lula lo advirtió: “Tengo energía y voy por más”. Resta ver el costo político y los efectos que esto tendrá en la izquierda brasileña, en la oposición y en el rumbo del país hasta 2030.














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