Por Juan Pablo Ojeda
Desde la inmensidad del espacio hasta la vasta estepa kazaja, la nave rusa Soyuz MS-26 completó con éxito su misión al regresar a la Tierra con tres tripulantes a bordo, luego de 222 días en órbita como parte de la Expedición 71 en la Estación Espacial Internacional (EEI).
La cápsula aterrizó sin contratiempos a menos de 150 kilómetros al sureste de la localidad de Zhezkazgán, en Kazajistán, tras desacoplarse del módulo ruso Rassvet. El descenso, que duró menos de cuatro horas, fue seguido de cerca por el Centro de Control de Vuelos (CCV) de Rusia.
Los protagonistas de este regreso fueron los cosmonautas rusos Alexéi Ovchinin e Iván Vagner, y el astronauta estadounidense Don Pettit, quien, además de completar su tercera misión espacial, celebró su cumpleaños número 70 durante el regreso, un hito que lo convierte en uno de los astronautas más longevos en actividad. Con esta misión, Pettit acumula un total de 590 días en el espacio, lo que lo coloca entre los astronautas con mayor tiempo acumulado fuera de la Tierra.
Por su parte, Ovchinin, quien asumió el mando de la estación durante esta expedición, se despidió oficialmente de la EEI el pasado viernes, cuando cedió el control al astronauta japonés Takuya Onishi, en una ceremonia simbólica como marca la tradición espacial.
La Soyuz MS-26 despegó en septiembre de 2024, y durante su permanencia en la plataforma orbital, la estación llegó a albergar hasta diez personas en simultáneo, en una clara muestra de la cooperación internacional que sostiene el proyecto espacial más ambicioso de la humanidad.
La rotación de tripulación continúa. Hace pocos días, la Soyuz MS-27 se acopló exitosamente a la EEI, con una nueva misión integrada por los cosmonautas Serguéi Rízhikov y Alexéi Zubritski, y el astronauta de la NASA, Jonathan Kim. Ellos se unen al ruso Kiril Peskov, las estadounidenses Anne McClain y Nichole Ayers, y al japonés Takuya Onishi, quienes conforman la Expedición 72.
Estos relevos reflejan el ritmo constante de trabajo científico, tecnológico y de exploración que se lleva a cabo en la EEI, uno de los proyectos más representativos de colaboración científica global. Las investigaciones realizadas a bordo tienen impactos directos en áreas como medicina, robótica, biología y estudios del clima terrestre y espacial.
Mientras unos regresan a casa con la satisfacción de la misión cumplida, otros toman la estafeta para continuar mirando hacia las estrellas. Así es la vida en la órbita: cíclica, colaborativa y siempre desafiante.